miércoles, 12 de noviembre de 2008

EL ZARPE DE JUAN LADRILLERO (1557)

Por medio de una Real Cedula de 29 de mayo de 1555 se ordenaría ampliar y extender el territorio del Reino de Chile hasta el Estrecho de Magallanes. García Hurtado de Mendoza ordenaría el zarpe de una expedición para tal caso.
El 17 de noviembre de 1557 zarparía una expedición desde el puerto de Valdivia comandada por Juan Fernández Ladrillero en la nao San Luis y Francisco Cortés Ojea en el nao San Sebastian. Formaban parte de la expedición los pilotos Hernán y Pedro Gallegos, el padre Alonso García, Sebastián Hernández y el escribano Miguel de Goizueta.
La labor de esta expedición era encontrar la ruta hacia el Estrecho de Magallanes. Ha poco iniciado el viaje una tormenta obligo a separarse las naves. Cortés Ojea decidió volver a Valdivia al no divisar la nave de Ladrillero. Llegaría a puerto el 1 de octubre de 1558. En tanto Ladrillero después de un infructuoso viaje llegaba al Estrecho de Magallanes y tomaba posesión de este en agosto de 1558. Regresaría al puerto de Valdivia en enero de 1559, con un nuevo territorio para la Corona hispana.
“En miércoles diez y siete de Noviembre de mil quinientos y cincuenta y siete años, partió á la armada de S. M. del puerto de la ciudad de Valdivia en demanda y descubrimiento del estrecho por mandado del Illmo. Sr. Gobernador don García Hurtado de Mendoza en la cual dha. armada pa. hacer el dho. descubrimiento envía al capita Juan Ladrillero y para su ayuda a1 capitán Francisco Cortes Hogea con dos navíos e un bergantín el cual descubrimiento es por la parte que el capitán Magallanes salió del dho. estrecho el año de 1520 en demanda de las Islas de Maluco o Maloca que son de la Asia y tierras de especería.”
(Viaje del capitán Juan Ladrillero al descubrimiento del Estrecho de Magallanes, Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile, 1879, pág. 482)


El Gobernador García Hurtado y Valdivia


A mediados de enero el gobernador de Chile, García Hurtado de Mendoza, enviaría dos partidas a las ciudades sureñas de Imperial y Valdivia. La segunda era comandada por el capitán Diego García de Cáceres quien debía tomar el mando de la plaza y enviar trigo y semilla hacia Cañete para alimentar a la tropa del gobernador.
Antes de la llegada de Hurtado de Mendoza a Valdivia un encomendero se encontraba realizando aprestos para recibir al gobernador cuando cayeron sobre el indios de la comarca quienes lev mataron en el acto. El nuevo justicia mayor y lugar teniente de general de la plaza de Valdivia, Diego García de Cáceres, al darse cuenta de lo sucedido en los tambos del encomendero emprendió una persecución punitiva contra los indios.
En 1558 (marzo – abril), durante una expedición al sur, el Gobernador García Hurtado de Mendoza llegaría nuevamente a Valdivia después de expedicionar al sur y refundar Osorno. En la ciudad realizaría algunas reformas al sistema de encomiendas que tenían los vecinos. El gobernador declaro nulas las cesiones de encomiendas hechas por Francisco de Villagrán a los vecinos y las distribuyo entre los capitanes que le acompañaban. Esto causaría muchas molestias entre los vecinos de Valdivia, ya que durante cuatro años de penalidades habían cuidado con su sangre las encomiendas recibidas. Entre los favorecidos con las nuevas encomiendas se encontraban: Francisco de Molina, Lope de Montoya, Bartolomé Quiñones, Antón Pérez, don Pedro Mariño de Lobera, Juan de Viedma, Alonso de Benítez, Hernán Pérez, Pedro Ordóñez Delgado, Hernando de Aranda Valdivia, Cristóbal de Arevalo, Toribio de Cuevas, Jorge Díaz, Martín de Herrera Albornoz, Francisco de Niebla y Martín de Irizar.
En 1560, al tenerse noticia de la destitución del gobernador Hurtado de Mendoza, los colonos de Valdivia expresaron su alegría por ello, al menos los afectados por la anulación de las encomiendas. Eran los agitadores Juan de Oropesa y Mari López. Al enterarse de ello el gobernador mando prender y azotar a los agitadores, y al resto de la ciudad a servir en Cañete, donde se debía dormir con las armas en la mano.
En marzo de 1560 los franciscanos fundan su casa con el nombre de Nuestra Señora de los Remedios. Esta se encontraba casi en el mismo lugar donde hoy se levanta la Iglesia San Francisco.


Periodo de inestabilidad
1562 - 1565

Durante el año en curso se descubriría el mineral de oro Madre de Dios. Años después la Real Audiencia nombraría un oficial real en Valdivia para súper vigilar y administrar los bienes salidos de la extracción y fundición de oro.
A fines de 1562 llegaba Valdivia el gobernador Francisco de Villagrán, pero casi inmediatamente lo consumió la gota. Los agasajos recibidos no lo restablecerían. En octubre recién pudo curarse del todo. Recibido de noticias desde Concepción se puso en marcha hacia esa ciudad donde tomaría el mando de Chile.
Los desastres que acarreaban la guerra, la demora en la pacificación de los alzados, el cierto desabastecimiento jugaban en contra de la moral de los españoles del sur. Ocurrió que un soldado de Imperial llamado Martín de Peñalosa ideo la forma de abandonar el país y establecerse más allá de la cordillera. Le seguirían en esta empresa Francisco Talaverano y otros soldados de las ciudades del sur. Emprendería la marcha hacia los bosques del sur sin llamar la atención. Pero su deserción fue notada y desde las cuatro ciudades se enviaron partidas para atraparlos. Serian apresados al sur de Valdivia fueron llevados a la ciudad y entregados a Juan de Matienzo, quien la gobernaba. Después de un juicio serian condenados a muerte y ejecutados.
“En este tiempo y días, Martín de Peñalosa, soldado antiguo en Chile y hijodalgo, que había ayudado a ganar y descubrir todo el reino con Pedro de Valdivia, viéndose pobre y que no tenía posible para poder sustentarse conforme a su merecer y trabajos, trató de secreto con algunos amigos irse del reino a una noticia que tenía de tierra rica y próspera de oro y gente. Comunicado con Francisco de Talaverano, que era mucho su amigo, comenzaron hacer gente de callada, y para un día señalado que se juntasen entre Valdivia y Osorno, dos ciudades que están cerca una de otra. Para el efecto salió Martín de Peñalosa de la Ciudad Imperial, donde tenía su casa, con cuatro amigos que estaban en el número de ir con él; y como se tenía cuenta con su persona y sospecha en lo que andaba, la justicia de aquella ciudad, hallándolo menos, salió tras de él con doce hombres, aunque no lo pudo alcanzar, y dio aviso a las demás ciudades. Salió de Osorno el capitán Juan de Larreynaga, y de la Ciudad Rica Pedro de Aranda, de la ciudad de Valdivia Juan de Matienzo, en su busca todos juntos con gente armada; y no teniendo rastro ni plática dónde estaba, se volvieron a sus pueblos. Aunque ya había cuando salieron a buscarlo tres días que estaba en la parte donde se habían de juntar, esperando la gente qué había dicho acudirían allí, y acaeció que le faltaron todos, y no vino alguno; como de ordinario se ve en esta tierra de las Indias meter a hombres principales en pelazas y pasiones, y después que los ven metidos en ellas los dejan solos, siendo, a lo que después se supo, muchos. Viendo que no le acudía nadie y le habían dejado solo, dijo a los que con él estaban se fuese cada uno a donde quisiese, que él sabía lo habían de venir buscar; pues no tenían culpa no se quisiesen perder. Hiciéronlo así, que se quedó con tres amigos que en amistad tenía prendados; y otros cuatro que se le habían juntado, se fueron donde les pareció. El capitán Juan de Matienzo, natural de las montañas de Burgos, tenía a su cargo la ciudad de Valdivia por Francisco de Villagra; viendo que no parecía ni se tenía rastro alguno, pidió por merced a los demás capitanes que todos se volviesen a sus ciudades, que pues andaba Martín de Peñalosa solo, bastaba un alguacil con cinco o seis hombres que lo buscasen, y que a él tocaba proveerlo, pues estaba en su jurisdicción; y siendo buscado por esta orden, lo hallaron en casa de un indio, que se había apeado a comer y dar de comer a su caballo. De sobresalto, Hernando de Alvarado, Martín de Herrera Albornoz, con otros cuatro, lo prendieron allí, y a Francisco de Talaverano con él.
Llevólos luego a la ciudad de Valdivia: la justicia los metió en un navío a entrambos, y les dio tormento; confesaron estaban conjurados mucha gente principal para irse del reino. Por su propia confesión, sin más información otra, les mandó cortar las cabezas y ponerlas en la horca, diciendo eran amotinadores; la demás información envió a Francisco de Villagra, el cual, como hombre discreto, viendo que entraban en ello algunos hombres de lustre, mandó no se tratase más, ni se entendiese en ello, por no darles ocasión alguna de envoltura. De esta manera se deshizo un nudo, que cierto si pasara adelante fuera muy dañoso para Chile.”
(Alonso de Góngora Marmolejo, Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575), Capitulo XLI)


En 1564, el gobernador Francisco de Villagrán daba en encomienda la isla Valenzuela al capitán Francisco Pérez de Valenzuela; es desde esta época que la isla seria conocida por el nombre del encomendero. Los descendientes de Pérez de Valenzuela conservarían la encomienda hasta fines del siglo XVIII.
Durante el sitio de Concepción (verano de 1564) en las ciudades del sur se ejecutarían ciertas rebeldías. El capitán Gabriel de Villagrán, que mandaba en la Imperial, solicito refuerzos a Valdivia, creyéndose en peligro. El Cabildo de Valdivia respondería con ciertas medidas que rayaban en la rebeldía. Cortaría las comunicaciones fluviales y enviaría una respuesta negativa a la petición imperialita con cierta altanería.

Para 1565 la ciudad había vivido un periodo de turbulencia. Al negarse en años anteriores a enviar ayuda a Imperial, la ciudad comenzaría a vivir aires de sublevación. Es por ello que el gobernador de Chile, Villagrán, envió al capitán Pedro Fernández de Córdoba a poner en orden los asuntos. Éste tomaría presos a varios miembros de Cabildo y calmaría los ánimos de la población. Al tenerse noticias de la deposición de Villagrán ocurrirían graves disturbios en la ciudad. Fernández de Córdoba seria apresado y los miembros del Cabildo liberados. Aun así lograría escapar de sus captores y encontraría asilo en la Iglesia. La ciudadanía puso sitio al asilo obligándolo a rendirse y acordaba renunciar al mando de la ciudad y partir rumbo a Villarrica.
“… Estaba la ciudad de Valdivia no menos desasosegada por una cosa que tenía dependencia del gobernador pasado. Y fue que Pedro Fernández de Córdova comenzaba a hacer pesquisas sobre los ruidos precedentes de la visita de Gabriel de Villagrán, que (según dijimos) llegaron a tanto que hubo de quebrarse la campana de la iglesia. Y como la condición [sic] que este pesquisador traía era dada por Pedro de Villagrán, y llegó la nueva de que estaba desposeído del gobierno, comenzaron a intervenir dificultades sobre esa comisión de Pedro Fernández de Córdova, pareciéndoles a algunos que estaba en su vigor, y a los más, o casi todos que había expirado. Hubo sobre esto muchos dares y tomares, y pareceres diversos de letrados hasta que finalmente se juntaron todos los regidores con el mesmo pesquisador. Le tuvieron tan apretado, y a pique de aprisionarlo, que él echó mano a la espada para defenderse de todos ellos. Con esto hallaron causa suficiente para echarle mano, y así lo hizo el alguacil mayor, que era Francisco de Redondo, el cual lo llevó preso quitándole la vara de las manos. No había pasado muchos días cuando se salió de la prisión por entre tres hombres de guarda, que allí estaban, dando una cuchillada a1 uno de ellos que era regidor de la ciudad; y se acogió a la iglesia mayor de ella con catorce hombres amigos suyos: y aun Álvaro de Mendoza, que era capitán de la ciudad de Osorno dejando su fundición salió con gente y bandera tendida comenzando a marchar para dar socorro en este trance. Fu6 tanto el alboroto- de la ciudad de Valdivia, que cercaron la iglesia, no solo con escuadrones de gente, mas también con palizadas, y otros preparamentos, y aun cerraron las puertas a piedra, todo para que el hambre y sed, que es persuasora de la bajeza constriñese a los encerrados a que se rindiesen a los regidores. Y llegó a tanto la aflicción en que se vieron por falta de agua, que hubieron de acogerse a1 remedio de que usó David cuando iba perseguido de Saúl, en la ciudad de Nobe, donde apurado de hambre comió los panes santos de proposición, que estaban en la iglesia dedicados a1 culto divino como cosa sagrada: los cuales le dio el sacerdote Achimelec a falta de otros. Pues ya que Pedro Fernández de Córdova, y sus secuaces no comieron el pan bendito, porque no lo había, a lo menos bebieron el agua bendita: pareciéndoles que no era mucho quitársela a los de la ciudad estando en aquella agonía, pues ellos sin necesidad habían quebrado la campana de la iglesia: finalmente se metieron por medio personas religiosas, y se vino a dar por medio de paz, que el pesquisador dejase la vara, y desistiese del oficio, y los regidores le dejasen ir libremente, lo cual se ejecuto por entonces, aunque después que entro en Chile la real audiencia, fue el pleito a ella, donde salieron por libres los unos y los otros.”
(Pedro Mariño de Lovera, Crónica del Reino de Chile, Págs. 297-298)

Luego de restablecida la calma llegaría a Valdivia el capitán Ruiz de Gamboa con la tarea de reunir fuerzas para reunirlas con las del nuevo gobernador de Chile, Quiroga. Partiría de la plaza en diciembre con 110 hombres provistos de armas y caballos y se reuniría con el ejército de Quiroga en las cercanías de Angol.
En 1567 la Real Audiencia enviaría al capitán Alonso Ortiz de Zúñiga con la orden de viajar a Valdivia y demás ciudades del sur para reunir tropas. Regresaría con alrededor de 60 soldados.
En 1569 los Dominicos, encabezados por Fray Luis Meléndez, fundarían su primera casa llamándola Nuestra Señora del Rosario.
En 1571 se le concede a la ciudad por real cedula la categoría de corregimiento y se le nombra un Alcalde mayor ordinario, y de la Hermandad, así como en lo espiritual, un arciprestazgo.

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