domingo, 22 de marzo de 2009

REFUNDACIÓN DE VALDIVIA 1645

Pedro de Toledo y Leiva, Marques de Mancera y Virrey del Perú enviaría una expedición a repoblar y fortificar Valdivia, llegando a ella el 6 de febrero de 1645. La expedición la encabezaría Antonio Sebastián de Toledo y Leiva, hijo del virrey. La nueva cuidad pasaría a depender del Virreinato del Perú como una de las bases mas importantes de la Corona hispana.
La preparación de la flota destinada a la repoblación de Valdivia demandaría grandes esfuerzos del virreinato, incluido de Quito y Chile. La flota requirió de los siguientes materiales: veinte mil ladrillos, dos mil cuatrocientos ochenta costales de cal, seis mil tablas de Chiloé, doscientas dieciocho piezas de artillería de bronce de todos géneros y tamaños, con todos sus accesorios, ciento once mil seiscientos setenta y seis libras de pólvora repartidas en dos mil ciento noventa botijas, seis mil trescientas cuarenta y dos balas de artillería, más de mil cincuenta mosquetes, arcabuces y carabinas con sus accesorios, mis de cien mil balas para los mismos. Para la caballería se llevaban setenta y dos sillas de montar con sus guarniciones, estribos, frenos y espuelas, novecientos cuarenta mochilas de lona, siete mil seiscientos tres quintales de bizcocho, seis mil novecientos setenta y seis quintales de harina, seis mil novecientos setenta y seis quintales de carne salada, ochocientos dos arrobas de tocino, dos mil seiscientos treinta y nueve de garbanzos, quinientas de pescado, quinientas setenta y cinco de arroz, mil doscientas treinta y una de fréjoles, ocho mil cuarenta de sal, cuatrocientos noventa y siete de lentejas, trescientas setenta y una de quesos, cincuenta y tres mil tollos, tres mil seiscientas botijas de aceite y vinagre, seiscientas ochenta de vino.
También como parte del inventario: ochocientos cincuenta sacos de carbón, cuatrocientas noventa de jerga, quinientos sesenta y dos arrobas de vela, doscientas de jabón, quinientos sombreros, dos mil pares de zapatos, setecientos ochenta y seis de alpargatas, seiscientos cotones y calzones, más de quinientos moldes para hacer balas, veinte mil varas de lona, sesenta linternas, setecientos setenta y dos quintales de jarcia, doscientos baldes, útiles de dibujo, colchones, sabanas, almohadas y frazadas, en cantidades industriales.
Las naves que formaban parte de esta flota eran la capitana “Jesús María de la Concepci6n”, de 1.150 toneladas y 54 piezas de artillería y de almiranta el “Santiago”, de 1.000 toneladas y 46 piezas de artillería; entre los demás, los más importantes se llamaban “San Diego del Milagro”, “San Francisco Solano”, “Nuestra Señora de la Antigua” y
“Nuestra Señora de Loreto”, todos ellos armados en guerra.
Comandaba esta flota, como ya se ha mencionado, el hijo del Virrey, Antonio Sebastian de Toledo, el estado mayor estaba formador por Francisco de Guzmán y Toledo, almirante general; Constantino Vasconcelos, ingeniero mayor; los maestre de campo generales y capitanes don Juan Lozano de Rojas, don Martín de Lizarazu y Arizcún, del habito de Calatrava, Alonso de Villanueva Soveral, don Juan de Luza y Mendoza, Gabriel de Leguina Mondragón y otros; y Manuel de Plus Ultra, general de la artillería.
La fortificación de Valdivia y su bahía exigió el levantamiento de un complejo sistema de fuertes y baterías estos serian el castillo de San Pedro de Alcántara en la Isla Constantino (actual Mancera), el castillo de San Sebastián de la Cruz en Corral. Se hicieron acercamientos al emplazamiento original de Valdivia. Antonio de Toledo habiendo dejado en marcha la construcción de las fortificaciones y el puerto volvería al Perú el 1 de abril a recibir las felicitaciones del Virrey. Antes de partir confiaría el gobierno de la plaza al maestre de campo Alonso de Villanueva Soberal.
El 25 de diciembre de 1645 los indígenas atacan en Fuerte de Las Ánimas, destruyéndolo completamente y pereciendo sus 18 defensores con el capitán Francisco de Sedeño a la cabeza.
Tiempo después de la partida de Toledo se desarrollaría una epidemia que diezmo la guarnición y provocaría la muerte del gobernador Villanueva Soberal en enero de 1646.
Sustituiría al fallecido gobernador Hernando de Rivera en carácter de interino el 20 de enero. Intentaría refundar la ciudad de Valdivia en su antiguo emplazamiento con 20 soldados pero seria rechazados por una hueste de 300 mapuches y al decir de Rosales “con ser tan bizarro soldado y haber peleado en esta ocasión como un César, le libro la valentía y fuerza de un soldado que viendo a su sargento mayor en semejante aprieto, se abalanzo a los dos y derribando al uno de una lanzada, obligo al otro a soltar la presa y ponerse en huida” (Rosales)

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